Cientos de remolinos de hojas, hojas doradas, hojas rojas, ocres, barriendo las calles de sombras, amontonándose dormidas, muertas, extrañas en los olvidados callejones del pueblo, abrazándose inertes a las raíces que asoman en la húmeda y sombría tierra de los parques y los arriates grises y mohosos.
El otoño tardío, castiga la tarde con un viento vengador y frío, con un cielo helado y tan extrañamente azul, que los colores inundan los sueños y los ojos, el dorado, el rojo, el ocre....
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