En un cielo como perdido del verano, levemente y como si fueran una estela de recuerdos ,aparecieron las grullas esta mañana. Aunque hace calor , un calor casi irreal, no faltaron a su promesa milenaria y puntuales dibujan de finales de Octubre la dehesa. Parece que el color de la tarde se tiñera de la savia de las hojas caídas. El olor y el sonido de las calles sueñan con un otoño que no acaba de llegar. Yo mientras espero la lluvia, al igual que los campos, por que limpiará mi alma y relajará mi espíritu.
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