Llegó, desde donde nace el sol, y florecen las peonías, de un lugar misterioso y milenerio. Sus ojos almendrados y su pelo negro, nos cautivaron al momento, lo habíamos esperado durante mucho tiempo. Lo empezamos a querer, soñándolo, porque tan sólo nos lo imaginábamos. Menuda suerte el tenerlo a nuestro lado, que afán el de quererlo tanto y compensarle tantas cosas. Es la alegría y la esperanza que vino de China, el pais del lejano y antiguo Oriente.
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