lunes, 27 de febrero de 2012








Los caminos, parecen perderse en la tarde, violetas en el horizonte, jaras y tomillo a la sombra de la sierra y en las tinieblas del atardecer. El tiempo no pasa por aquí, se olvido del camino, de las zarzas, las madreselvas, de los recodos de la vieja vereda. La sierra, testigo de miles de días, de miles de historias, de voces, de pasos.... y en su cara mas oscura, la cueva mas oscura, trinchea alcahueta de aquella guerra. Sombría, inalcanzable, reto y aventuras en los juegos de los niños y recuerdo y desventura de las consecuencias de esos juegos. Como una gran boca negra abierta, me transporta a aquella terrorífica mañana del día de los santos, de hace no se cuanto tiempo...... y aun después de entonces disfrutamos de un tiempo como regalado, con sus noches con sus días, con su juventud y luego como una maldición, como el rapido vuelo de un enorme cuervo, se acabo todo de golpe. Caminamos al compás del atardecer y nuestra mirada, en el silencio del campo y en la sombra eterna de la sierra, siempre vuelve a la cueva..... hasta que el camino acaba empolvado y gris frente a las casas blancas del pueblo.