sábado, 15 de diciembre de 2012

Cuando Fran entra en la casa, todo se convierte en un remolino sin fin, su voz suavecita se hace eco en mis paredes, en mi alma de tita enamorada. El corazón me da un brinco de felicidad, él acerca su carita redonda y feliz a la mía y se me derrite el alma en sus ojos profundos. Mi  pequeño tan grande, que es capaz de cambiarnos la vida con una sola sonrisa. Fran no pide nada a cambio de su cariño, lo da a diestro y siniestro llenando de alegría la mañana triste del otoño o la insufrible tarde del verano bochornoso. Se ríe solito frente a una dulce gominola o a una sabrosa patata frita. Es fiel este niño y me rinde en un sólo segundo frente a mi. Yo le deseo, que no cambie, que se apodere de la vida como lo viene haciendo desde el mismo momento de su nacimiento, que no lo roce el dolor ni los sinsabores de este mundo sin sentido, le pido al dios de su destino que lo lleve firme frente a la felicidad y la verdad, a la esperanza y a la fe en si mismo.  
La encina mágica se bate con fuerza en la violenta tarde del otoño que se acaba. Las grullas se resguardan bajo sus acogedoras e infinitas ramas, ramas antiguas,  centenarias y sabias. Su silueta poderosa se recorta frente a un cielo rojo, amenazador y duro. cuantas historias, cuantos días y cuantas noches inciertas y frías, pudiese contar si su corazón hablara. En un oquedad sin fin de su viejo tronco, apareció un día un saquito con monedas de oro puro. Un tesoro escondido que fue la perdición de un hombre y su familia, según cuentan despacito los viejos de alrededor. Todo el lugar exhala una magia imposible, un misterio prodigioso y mil leyendas con el paso de los tiempo. Cuantos pequeños pastores se acurrucaron contra su tronco, resguardándose en los días fríos de los inviernos de antes, sus palabras entrecortadas por el miedo y la soledad, sus sueños en las benditas noches estrelladas del verano, sus esperanzas y sus recuerdos se quedaron entre las ramas protectoras de la vieja encina, dándole vida, creando un halo entorno a ella de magia y sabiduría. El hondo corazón de la encina palpita en las entrañas de la madre tierra y por sus raizes inmensas e insondables, corre la sal de la vida, el tiempo y la historia del hombre de estas perdidas tierras.  

domingo, 7 de octubre de 2012

La luz amarilla del otoño corre tras de ti, te envuelve calida y fugaz. Te veo alejarte y la tarde se me cruza triste en la ventana. Mis ojos te siguen hasta el infinito y las hojas llenan el parque de recuerdos. Vuelan en remolinos, perdidas bajo el alma del otoño. Pronto la brisa suave de estos interminables días arrastrará otras hojas húmedas por las  calles silenciosas y con ellas te volveré a ver cruzar la esquina del parque, con el reflejo dulzón del otoño en tus ojos del color de la miel. Y así pasarán los días y correrán las semanas hacia otra vida, hacia otro mundo de esperanza, el que deseo y sueño yo para tí, con toda mi alma y todas mis fuerzas.

martes, 11 de septiembre de 2012

Caminos de la noche, abriros a luz de los deseos, que el agua bendita en la noche de San Juan, purifique el alma de las cosas, de los dias y de los sueños. Miles de estrellas se adueñan del cielo oscuro, magico y misteroso. En la plaza del pueblo la musica y las hogueras brillan en los ojos de los hombres, la noche se queda en un dulce suspiro y el verano toma fuerza, alas de espeso perfume de magnolias y cesped fresco. Corta y calurosa noche de San Juan, hechizos del verano que iluminaran las blancas y ajadas paredes del pueblo.

lunes, 4 de junio de 2012

Las paredes acumulan historias, sueños y lágrimas y risas. Amaneceres de ilusiones y esperanzas, noches desoladas y turbias. En sus grietas, la vida pasa y sigue pasando impregnando sus cimientos. Las voces se quedan prisioneras, los olores, los recuerdos. Las paredes se van haciendo de tiempo. El tiempo perdidio y el venidero. Todo lo vivido, todo lo esperado o temido anida en el alma de las paredes. Paredes blancas de mi casa, llenas de murmullos de sombras que rompen la luz del sol cuando entra por la ventana. Son tibias las paredes de mi casa en el invierno extremo y frescas en los ardientes días del verano. Fueron testigos mudos de la infancia de mis hijos, de su revelde adolescencia, de su sosegada madurez. Vieron salir a mi hija con su deslumbrante vestido de encaje y su velo blanco entre flores y amigos, el día más féliz de su vida. Te reciben a tí cuando llegas con tu alegría y tu confianza en la vida. Y a tí también, con la cabeza baja y callado, pensativo con tu prematura responsabilidad. Cuando os vais se quedan prisioneros vuestros recuerdos y voces, vuestro olor de juventud y esperanza. Las paredes atesoran la vida, la vida que hemos elegido y también la que nos sortea el destino. Las silenciosas y blancas paresdes de mi casa hechas de tiempo.....

lunes, 27 de febrero de 2012








Los caminos, parecen perderse en la tarde, violetas en el horizonte, jaras y tomillo a la sombra de la sierra y en las tinieblas del atardecer. El tiempo no pasa por aquí, se olvido del camino, de las zarzas, las madreselvas, de los recodos de la vieja vereda. La sierra, testigo de miles de días, de miles de historias, de voces, de pasos.... y en su cara mas oscura, la cueva mas oscura, trinchea alcahueta de aquella guerra. Sombría, inalcanzable, reto y aventuras en los juegos de los niños y recuerdo y desventura de las consecuencias de esos juegos. Como una gran boca negra abierta, me transporta a aquella terrorífica mañana del día de los santos, de hace no se cuanto tiempo...... y aun después de entonces disfrutamos de un tiempo como regalado, con sus noches con sus días, con su juventud y luego como una maldición, como el rapido vuelo de un enorme cuervo, se acabo todo de golpe. Caminamos al compás del atardecer y nuestra mirada, en el silencio del campo y en la sombra eterna de la sierra, siempre vuelve a la cueva..... hasta que el camino acaba empolvado y gris frente a las casas blancas del pueblo.

sábado, 28 de enero de 2012





Domingo de Enero







Como me pesa el silencio, el recuerdo de haberos tenido aquí, de vuestra risa, de vuestras voces prendidas en los rincones de mi casa, del día iluminado y frío, de lo corta que se hace la tarde y lo larga y oscura cuando os vais. No termino de acostumbrarme a veros partir. Sé que siempre estaréis conmigo o a punto de venir, pero os echo mucho de menos y me rompe la soledad.

lunes, 23 de enero de 2012

" JUAN EL DE LOS PANES"


Juan había salido el día anterior hacia Azuaga, les costaba más de un día llegar, desde que salían de Castuera, por "El Pozo Nuevo", entre caminos viejos y embarrados, pero no había otra manera y tenían que conseguir dar de comer a sus familias. Dejaban atrás mujeres enlutadas, famélicas y tristes, desesperanzadas, niños y ancianos dolidos, enfermos y humillados por el hambre. Merecía la pena coger las bestias y perderse por las veredas escondidas y la noche, para llegar con las alforjas llenas de pan blanco. No obstante, la guardia civil andaba trás de ellos, algo tan esencial, tan inocente como comprar pan y no podían hacerlo en libertad. Tan esencial como vivir, como respirar y los ahogaban con la represión y la soberbia del que no sabe ganar una guerra. Siempre amenazados, tanto que a veces les parecía que no había teminado la guerra. Juan, era indomable, nunca le habían quebrado la voluntad, era ya mayor, incluso tenía nietos, alto y fuerte, serio y muy poco hablador, pero con pocas palabras sentaba cátedra, no necesitaba más que su honestidad y su valentía. Entraban ya en el pueblo, era casi al mediodía y allí estaban, de nuevo, la guardia civil, esperándolos para requisarles todo lo que pudieran llevar. Después de tantos y tantos sacrificios, después de invertir lo poco que les quedaba para conseguir unos cuantos panes, era solo pan, solamente pan... Los pararon y registraron, luego fueron hacia las bestias y al ver los panes, les advirtieron, que por allí no dejarían pasar el pan, no había manera de convencerles aun a sabiendas que aquello era lo único que comerían sus familias. Juan empezaba a desesperarse, y los guardias inamovibles, no había manera de que se compadeciesen, eran órdenes y tal vez ellos estaban pasando tanta hambre como los pastores, era una absurda ley, pero era ley, inventada para matar más de hambre a los pobres. Juan no pudo más, algo se le pasó por la cabeza, algún recuerdo roto de tanto sufrimiento y sacó los panes de las alforjas y mirando a los guardias los reto con su voz fuerte y clara: ¿Que los panes no pasan pa el pueblo?, pues mirad si pasan o no. Y tiro lo panes uno a uno, volando por encima de las cabezas de los guardias y cayendo casi al final de la calle. Los miro desafiante y siguió diciendo: ¿Pasaban o no pasaban?. Claro que habían entrado en el pueblo, desafiando las leyes, incluso la de la gravedad.
¿Habéis visto como han pasado?. Nadie dijo nada en ese momentro, pero la historia corrió por todas las calles del pueblo. Desde entonces, incluso los guardias le empezaron a llamar "Juanillo el de los panes".

martes, 17 de enero de 2012


Se me había olvidado, no sé como, pero no me acordé y además apenas me muevo bien con este chisme nuevo.
No sé andar por este sistema, en definitiva que ya hace días que empezamos el 2012, y yo deseo de corazón que todo vaya mejor, que todo sea luminoso y felíz en nuestras casas y en nuestras calles. Soñaremos más, porque los sueños no cuestan dinero y tal vez cuando vaya llegando la primavera, todo nos sea más leve y más amable. Y salud sobre todo salud que el destino nos depare salud.

Invierno.


El invierno golpea estos días con fuerza, ya no quedan hojas ni niños en los parques. Un frío y un viento desolador invaden las calles. Los días son engañosamente brillantes y azules, se alargan timidamente, pero el pueblo esta solo, pobremente solo. De vez en cuando alguien pasa apresurado, cuando anochece, de camino a su casa. Las noches lucen miles de estrellas heladas y helados amanecen los campos cubiertos de escarcha. Sueño con el día que regresen, que se abra mi puerta al calor de sus miradas y que ellos me traigan la primavera en sus ojos.