jueves, 24 de junio de 2010

miércoles, 23 de junio de 2010

NOCHE DE SAN JUAN 2010

Seguro que ya andarán las brujas recorriendo los regajos y los arroyos escondidas en las sombras del anochecer, cuando se vaya la luz, entre ramos de claveles y de mejorana antigua, colgados en las puertas, los niños, miraran curiosos y desconfiados, las esquinas y callejones al pasar. Las estrellas brillan de una manera especial, como si en su intensidad, quisieran acortar aun más la noche de San Juan. En los patios, se habrán llenado grandes baños de agua y esparcido en la superficie irreal, que crea el brillo de la luna, toronjil y acedera, jazmín y espliego, que aguardan el influjo de la magia, para purificar el alma de los hombres y sus huesos. Las llamas de la hoguera, crean un mundo misterioso de colores imposibles, los rostros parecen transformarse con la luz anaranjada y roja, brillando en las pupilas, más allá del alma de los hombres. La brisa trae cuentos y leyendas muy viejos, que los niños escuchan callados y adormecidos y a veces temerosos. Todo, en conjunto, es diferente y mágico, la música suena por encima de los tejados, lejana, tal vez las brujas en el horizonte calmado de la noche, bailen entre conjuro y conjuro, através de las ondas propagadas en la oscuridad del cielo, entre la sierra y la serenidad de los campos solitarios.

sábado, 19 de junio de 2010








18 de Junio de 2010. Fin de curso.

La tarde luminosa, esplendorosa y ruidosa, aletea con la brisa del verano que anuncia su llegada. Los niños ya no van a ir a la escuela hasta que no llegue septiembre, la fiesta se alza por encima de los tejados y de los árboles cubiertos de follaje verde brillante, deslumbra el sol del atardecer, en los adornos del escenario y de los disfraces. Los libros como que duermen, en la oscuridad y el silencio de las aulas y de las carteras, cuando los niños regresen el paisaje habrá cambiado de nuevo. La vida, que sigue su camino a pesar de tantas cosas. Y llegaron los largos días, con un sol implacable y las aburridas siestas y las noches cortas, mirando un cielo que brilla, lleno de enormes estrellas, de cuentos y de misterios, de caminos que llevan a los sueños hasta el infinito. Luz cegadora del verano, que brilla en el pelo de los niños.

sábado, 12 de junio de 2010
















OTRA RARA TARDE DE VERANO.


Cae la tarde oscura y lenta, los pájaros se revuelven en el árbol grande del parque, el cielo gris y el aire espeso, amenazan con una lejana tormenta. Los niños en una loca carrera se refugian bajo el árbol con el balón bajo el brazo y el pelo mojado. Huele el alma de la tierra con un perfume húmedo y limpio a jabón casero. La luz se filtra entre nubes bajas y andarinas, todo cambia, hasta el sonido de los juegos de los niños, los gritos con el primer trueno y se desencadena una locura de carreras y de luces cruzando el horizonte, tiembla el blanco de las paredes. Tarde de tormentas, cambiante y desesperada, luminosa en el horizonte a dentelladas frías y secas, acogedora tras la ventana.

martes, 8 de junio de 2010


Noté que mi madre, sentía pasar los días al tocar esa lápida tan blanca, en sus pupilas en un instante, se reflejaron los años no vividos, "veintinueve", dijo y calló triste por mucho rato. Desfilaron los recuerdos, colgados de las nubes, que adornaban la fresca mañana en el cementerio. Y es que la vida camina rápida, un día tras de otro, por senderos, que a veces son intransitables, dolorosos, oscuros. Pero al final, terminas acostumbrándote a vivir sin alma, sin esperanza. Con la ignorancia de dejar pasar el tiempo, el tiempo roto en los cristales. Fue todo en un momento, en un ir y venir al pasado, sus ojos volvieron a ser los de siempre y el presente empezó de nuevo a rodar por ellos.

domingo, 6 de junio de 2010

El verano le arrebató sus últimos días a la primavera, el cielo se cae a pedazos todo azul y el sol enfurecido Dios sabe porqué, nos castiga de la mañana a la tarde con un calor sofocante y tormentoso, todo el campo parece agostado, abandonado y pardo en toda su inmensa extensión. Las tardes son largas y solitarias, oscuras dentro de las casas y cegadoras en las calles. En estos largos días, mi vida se ha convertido en un continuo recibir y despedir a mis niños queridos, no nos ubicamos aún en este compás cambiante a la espera del verano, cualquier tarde calmosa y opaca, una fulminante tormenta, nos despierta de esta calurosa ensoñación. Mientras, cuando llega el domingo al anochecer, el silencio vuelve a ser el único dueño de mi casa, de mi vida.