domingo, 28 de febrero de 2010


Se esfumó el tiempo de los profetas, acabó la era de los que profanaban el futuro de las cosas y de los hombres. Amargo despertar al capricho del destino, al azar que guiará las vidas y los sueños de los hombres. El mundo en una bola de cristal, que estalla y se expande en el horizonte y el cielo que no despierta temor, ni anuncia nada, sólo su inmenso azul sobre los ojos y las almas. Dueños de las sombras y de los amaneceres, caminando sobre sus propias voluntades.





jueves, 25 de febrero de 2010


"Quisiera esconderme, esconderme, porque a veces no me gusto, no me encuentro tal como era yo ayer. Parece que no pasaron por mi existencia esos días, que no fui yo quien recibió el impacto, que no fui yo quien acumuló días y días grises. Siento al viento lamentarse entre los árboles y golpeando con fuerza mis ventanas, miro atrás y no me sigue nadie, tal vez nadie me siguió nunca. Soy lo que empiezo a ser con el día que nace, no quiero ser más, después de todo, nada es como lo sueñas o como te lo crees merecer. Siempre me quise esconder, esconder en las buenas palabras y en los buenos gestos, tal vez por pura cobardía y perdí y sigo perdiendo la esencia de lo que fui yo realmente, algo que se quedó en algún recodo del camino, dormido en algún atardecer de verano, con los años que pasaron rápidos y las arrugas que florecieron más rápidas aún. Pronto crecieron los tres brotes que nacieron de mi alma, buscaron el sol y se abrieron raudos, hacia la libertad que soñaron, aun siento el cosquilleo de sus raíces en mi corazón y eso es lo que me encara levemente a la vida."

domingo, 14 de febrero de 2010

Comenzó el año del Tigre de metal, comenzó coincidiendo con el carnaval occidental, en medio del invierno, desde el lejano oriente, alumbrados por los delicados farolillos rojos y sus mensajes anunciando el próximo comienzo de la primavera, escondidos en dulces galletas de la fortuna. Cuando reine el tigre, según una milenaria leyenda, despertará el gigante dormido durante siglos, rugirá con todo su poder, concediendo deseos y llenando el aire que cubre el mundo, de un leve perfume de peonías y loto. Sueño que esta primavera nos traiga la buena nueva y este año que comienza en la China más lejana, con su fantástico tigre reinando sobre el futuro, nos anuncie pronto su llegada y este cielo azul y cálido que tanto añoramos, la reciba con toda su inmensidad.

miércoles, 10 de febrero de 2010





Flores, viejas y descoloridas flores de seda, flores olvidadas, restos de colores llenos de recuerdos arrinconados sobre la pared. Y el tiempo arañando los muros silenciosos, mientras la luz del sol arrastra las hermosas sombras contra la blancura marchita de la cal. Pasa la vida en las cosas y en los hombres, pero las suaves rosas calladas del rincón, brillan con los primeros rayos del sol, con su belleza antigua, en su roja hornacina, amenazadas siempre por la oscuridad y el olvido. Años y días y horas que pasaron breves, voces que se perdieron con el frío viento del norte, soledad en la pared y en las hojas, olor a tiempo roto. Sólo la luz, que proyecta su silencio y aviva el suave color y la sombra en la pared.

lunes, 8 de febrero de 2010


Un día caluroso de Junio, a primera hora de la mañana, su abuelo, un hombre fuerte alto y curtido por La Serena más implacable, pero tierno y fiel a sus caprichos y deseos lo llevó, camino adelante, cogido por la mano, hacia campo abierto, donde pastaban humildes y pacientes las ovejas de un buen amigo. El hombre cumpliendo su palabra, le regaló un pequeño cordero. El niño, llegó saltando de alegría y el abuelo con el animal en brazos. Ni uno ni otro sabían el castigo que iba a dar el animal, lo criaron tal como si fuese un perro y así hacía y deshacía, por que saltaba a su albedrío, la calle abajo, imparable y todos los niños detrás de ella, por que descubrimos que se trataba de ella no de él, nos llevamos meses dándole un biberón. Hasta que empezó a comer hierba en el parque. El niño y los amigos, la enseñaron a trompar, como si fuera un becerro, hasta tal punto que ya la temían, En definitiva, que al final, era un poco perro, por que siempre andaba tras de ellos en los juegos y en el parque, era un poco cabra, por que bajaba la calle saltando a una altura inexplicable para un oveja y un poco toro por que agachaba la cerviz y trompaba como una vaquilla. El animal acabó en el campo, tras meses de no dejar vivir a nadie, el disgusto del niño y el abuelo que no era capaz de consolarlo. Hasta que pasaron los días y el desengaño. Jamás se pudo hacer vida del animal, que vivió casi salvaje durante diez años, asaltando los huertos vecinos y liderando un tropel de ovejas y corderos, que por donde pasaban, igual que, Anibal con su ejercito, no volvía a crecer pasto o hierba. Lo mismo daba vides que melonares en pleno Agosto, que aceitunas brillando mojadas por las lluvias de Noviembre, todo lo atropellaba, pero el cariño y el recuerdo, sumergía los malos ratos y las broncas con los vecinos, incluso las denuncias, nada estropeó la complicidad entre el animal y el niño.

Por capricho, se quedó sola dentro del coche, cosas de la adolescencia, tirar y aflojar, pero su indómito carácter, inflexible, no la dejaba ver más allá de su razón de 16 años. Tú no me dejas......yo no salgo del coche ni te hablo, ni que decir tiene, que el corazón me palpitaba cien por hora y la conciencia me volteaba el alma a medida que el sol, brillaba más en el cielo azul. El día se extendía claro y tibio y alrededor del coche los demás niños, algo más pequeños, iban y venían, jugaban y se asombraban de la proeza o de la cabezonería. Ni tan siquiera comió, ni bebió. Los caminos serpenteaban los campos llenos de flores amarillas y recortaban el horizonte de Febrero, limpio y tranquilo. Sus ojos no dejaron de expresar enfado y tirria todo el día y todo el día dentro del coche, hasta que cayó rendida. La tarde fue impregnándose del olor a café y chocolate y tornándose malva. Poco apoco el día iba cediendo, pero ella no.
Era tibio y desprendía un olor a dulce recién horneado.
Su cabello rubio, acaparaba todos los rayos del sol y sus ojos, brillaban alerta a todo cuanto veía escuchaba y olfateaba, su dulce cuerpo abrazado a mí, me daba seguridad y juventud, esperanza. Era una buena primavera y el campo nos recibía con un montón de colores y un cielo azul casi perfecto, andaba entre las siembras perdido en el suave zumbar de las espigas, adormecido con la brisa de la tarde, sonreía al mirarlo, sabiendo que venía mojado o lleno de barro y aun recuerdo la sensación de llegar a casa y el olor del baño y su dulce carita roja, quemada por la brisa de marzo, apoyada en la almohada, su pequeño corazón latiendo en el sueño inocente, soñando dragones y guerreros imposibles. Mi querido hijo, pasó el tiempo, pero tu mirada sigue siendo la misma y la esperanza que hiciste nacer en mí, sigue acompasada a mi vida, por que todo lo que haces , piensas o sueñas, forma parte de mí, está incrustado en mi carne y en mi alma. Cuando te miro al regresar, veo un hombre, pero tus ojos inquietos, pequeños y llenos de miles de chispas, reflejan mi adorado corazón de niño, aun miras con la inocencia clavada a fuego, como si los dragones y los bosques que un día imaginaste, permaneciesen quietos adormecidos, rondando en el interior de tus sueños.

lunes, 1 de febrero de 2010



Dibujar los momentos felices, en un solo folio, todo lo que más amo en este mundo, preocupaciones y penas, alegría, ternura y futuro, todo cuanto temo, todo cuanto espero, sueño y ruego. La vida en un trozo de papel, el recuerdo de un día feliz, suerte de teneros y de que llenéis mis solitarios días, aunque solo se desde la distancia y con el sonido deseado de vuestras voces. Pero al final de esa cuartilla, chiquitito y achinado, está lo que me consuela y me alza por las nubes, con sus ojos, me refuerza el alma mientras no estáis y aun cuando estáis me da más felicidad, el complemento ideal para salir loca, os quiero desde lo más profundo de mis entrañas.