lunes, 16 de agosto de 2010




Agosto, corre despacito, hacia el cenit del verano, las tardes son más cortas y el sol más rápido en esconderse en el horizonte rosado de La Serena, la brisa cada noche mueve de nuevo las ramas de los árboles y las cortinas en las ventanas, el agua de las piscinas y de las albercas se torna más verdosa con la luz del mediodía, más fría en el fondo de los sueños de los niños. La luna roja y redonda, preñada de paz y misterio, recrea los caminos y los olivos cenicientos en la soledad de la noche. Se me va el tiempo al compás de agosto, veloz y ansioso, y yo volveré a enfrentar al aburrimiento y al silencio tras los cristales de mi ventana.

miércoles, 11 de agosto de 2010

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¿Por qué corres?, así no te puedo alcanzar, no te puedo besar, ni abrazarte, ni mirarte cerquita a los ojos. ¿Vas detrás de la tarde, encendida en el horizonte?. Yo te seguiría al fin del mundo, al final de los tiempos, si tuviéramos tiempo en esta vida. El atardecer es fugaz entre los arbustos del camino, el viejo camino de La Zarza, con la sombra de la sierra y la luz de La Serena. Y tú corre que te corre
veloz en la tarde que se acaba, que se torna oscura y misteriosa, y yo siempre trás de ti, con tu corazón muy pegadito al mio, no, no voy a dejar que se aleje, ni de broma, ¡vamos! .

viernes, 6 de agosto de 2010







Agosto se desliza pesado y bochornoso, cruel y rojizo en los atardeceres. El calor se sostiene en las canterías y en de los quicios de las puertas, en los umbrales y en la cal de las paredes. Las puertas y las ventanas se entreabren, esperando una brisa fresca que no llega. La noche se despierta, culminando el cielo de estrellas, sobre la oscuridad profunda de los campos y de las sierras, dibujando una luna, redonda, naranja, y cercana. La quietud de los árboles y las cortinas, ocultan los murmullos cansados y soñolientos, los sueños ahogados en el calor, en los recuerdos, en la esperanza del día que nacerá de nuevo con el sol implacable, sobre los tejados del pueblo.