martes, 23 de noviembre de 2010


Anoche, sobrevolando el cielo frió iluminado con la luna llena y decenas de estrellas intermitentes y nubes blancas, pasaron los gansos, el bullicio cubrió el anochecer de curiosidad en las calles y los patios. Las sombras de centenares de aves, transformaron durante unos minutos, los pensamientos de las aburridas gentes del pueblo. Acudían de nuevo, año tras año, anunciando el frió y la lluvia, seguro que cubrirán de blanco los campos duros de tierra roja, bajo las encinas y los alcornocales. Cuando volvió el silencio sobre el cielo incierto y frió, la luz de la luna desapareció bajo las nubes, los árboles, las calles, las fuentes, los bancos, las esquinas, todo parecía difuminarse en la noche callada y triste. Presagio de un amanecer húmedo y gris.

viernes, 12 de noviembre de 2010


¡Se echa la noche tan pronto!, ¡Tan pronto se oscurece la ventana!. Tras los cristales, todo se difumina tan temprano que apenas hay un leve suspiro entre la claridad de la tarde y las horas que mueren en las sombras del anochecer forzado. Vacio, todo se queda vacio, todo es una enorme oquedad sin tiempo. Las luces fuera, van poco a poco tocando la irrealidad de las cosas, de las calles largas y solas, interminables. Noviembre, cae, día tras día, como las hojas, a veces dulce y cálidamente y a veces, violento y gris. Seguro que cualquier mañana los árboles apenas serán un frió esqueleto y el viento húmedo congelará el alma de los hombres y de los pájaros.