viernes, 12 de noviembre de 2010


¡Se echa la noche tan pronto!, ¡Tan pronto se oscurece la ventana!. Tras los cristales, todo se difumina tan temprano que apenas hay un leve suspiro entre la claridad de la tarde y las horas que mueren en las sombras del anochecer forzado. Vacio, todo se queda vacio, todo es una enorme oquedad sin tiempo. Las luces fuera, van poco a poco tocando la irrealidad de las cosas, de las calles largas y solas, interminables. Noviembre, cae, día tras día, como las hojas, a veces dulce y cálidamente y a veces, violento y gris. Seguro que cualquier mañana los árboles apenas serán un frió esqueleto y el viento húmedo congelará el alma de los hombres y de los pájaros.

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