lunes, 16 de agosto de 2010




Agosto, corre despacito, hacia el cenit del verano, las tardes son más cortas y el sol más rápido en esconderse en el horizonte rosado de La Serena, la brisa cada noche mueve de nuevo las ramas de los árboles y las cortinas en las ventanas, el agua de las piscinas y de las albercas se torna más verdosa con la luz del mediodía, más fría en el fondo de los sueños de los niños. La luna roja y redonda, preñada de paz y misterio, recrea los caminos y los olivos cenicientos en la soledad de la noche. Se me va el tiempo al compás de agosto, veloz y ansioso, y yo volveré a enfrentar al aburrimiento y al silencio tras los cristales de mi ventana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario