sábado, 18 de diciembre de 2010



La lluvia cae incansable y triste, chocando una y otra vez contra el suelo brillante de la calle sola. El recuerdo del agua en la cara , del viento cortante y frío en la piel, espavilando el alma y los recuerdos dulces que atesora el tiempo. Lentamente se difumina la tarde, como una acuarela gris que estropeo la humedad. Sólo el chasquido de la lluvia al caer y el canto del grillo bajo el quicio de la vieja puerta, en el alma de la tierra mojada y el sueño que poco a poco unde los ojos y los pensamientos en lo más profundo del ser.

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