sábado, 18 de diciembre de 2010




Mi querido niño, no sé que poder tienen tus ojos, que creo tener el mundo en mis manos cuando me miras. Se me olvida el tiempo y la soledad tan sólo con tu mirada. Tus pequeños ojos, chiquitos y brillantes como las estrellas lejanas que vemos en las noches de verano, pero dulces, profundos y oscuros como los sueños más hermosos. Mi niño tan deseado, tan esperado, gracias por mirarme, por darme la luz, porque así abre el día y el atardecer es más cálido y la noche más sosegada.

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