lunes, 2 de mayo de 2011


Foto de Ángel Sánchez Mora, 2º premio de Castuera en Imágenes


Cuando apareció en el pórtico de la iglesia, toda iluminada y majestuosa. con ese especial halo de tristeza, enmarcada entre las piedras viejas y el cielo negro encapotado, la gente se sorprendió. El frío mantenía las miradas alzadas hasta la imagen. Muy despacio empezaron a moverla, los tambores llenaron la noche y avanzaron lentos, aun con el recuerdo de la lluvia machacando el atardecer del viernes. Miguel miraba atento o conmovido, no sé, pero con un brillo curioso en sus ojos. Callado, no se perdía nada y no oía nada, inamovible y sin saber que era lo que pensaba, lo mirábamos, espectantes esperando su salida. Cuando hubo pasado la imagen a su lado, la luz de las velas iluminó su carita y se volvió hacia su madre ignorándonos a todos, la miró fijamente y sólo le preguntó: Mamá, ¿La perseguimos un rato?.

2 de Mayo de 2011

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