sábado, 26 de diciembre de 2009


La tarde se extiende a lo largo del camino, en las ramas de los árboles desnudos y en el color de las nubes. Es cruel este invierno que acaba de nacer, la lluvia cesó, pero oscurece nada más amanecer. Camino de casa, el pueblo se abre frente a un cielo inmenso. Al llegar, el fuego de la chimenea alegra la vida y el alma, huele a café recién hecho y pastel de merengue y naranja. Fuera la luz se acaba de encender en las calles, miles de colores se reflejan en los charcos que dejó el agua.

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