domingo, 31 de enero de 2010


La soledad es la ausencia de los que quieres y el silencio es el fiel compañero de esa soledad. La tristeza de no escuchar las voces amadas, del pasar las horas lentamente, sin esperar a que nadie llame a tu puerta y ver anochecer y encenderse las luces en los hogares y seguir sola aun rodeada de gente. Los recuerdos de lejanos domingos, cuando exaustos de jugar y reír, sus queridas caritas llenas del polvo del campo o del parque, inundaban las paredes de mi casa con sus risas y sus miradas infantiles tan bonitas. Sus ropas, con sus alegres colores, tendidas a cada paso en cualquier silla, en el tendedero del patio, sus libros sus lapiceros, sus juguetes, ocupaban y daban calor a mi casa, hoy tan callada y tan triste, sin su olor, sin ellos, sin su tiempo y todo el tiempo para mí. Siempre esperando un viernes y temiendo un domingo.

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