sábado, 2 de octubre de 2010







Tarde de mermelada en el campo, el suave sonido de las hojas amarillas, que mueve el viento y el ruido de la fruta hirviendo dulcemente en la olla de cobre. Miguel, no hace nada más que meter la nariz y rápido como el rayo vuelve a la sombra dorada de los árboles a tirar la peonza de colores. Septiembre se fue, dejando un sol cálido y tardes más cortas. El otoño desfila ante nuestros ojos madurando los membrillos y refrescando los atardeceres. La tarde se acaba y la mermelada brilla sobre el pan tostado, en las manos de Miguel. Va cayendo la luz rosada en el horizonte y todo a nuestro alrrededor, respira una calma infinita.

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