El Hada Roja de la tarde, apareció frente a las blancas paredes, reflejó su fuerza y su magia, en los colores del viento que llevaba las hojas secas del otoño tardío. Los niños jugaban en el parque y la luz roja se movía en sus cabellos. El sol empezaba a esconderse tras los tejados y el Hada, lo cercaba con su color, círculos de magia que teñían la tarde de aromas de membrillo y castañas asadas. En pocos segundos, el Hada terminó recogiendo sus alas y el parque se quedó en silencio, los niños se habían ido. La luna se hizo dueña de la luz.
Me encanta el texto, me ha gustado mucho leerlo =).
ResponderEliminarGracias,parece que estos atardeceres los moviese la magia, ¡ojala, que moviese también la lluvia!, que aquí, en Extremadura, está haciendo mucha falta. Un saludo.
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