miércoles, 21 de abril de 2010


La primavera tímidamente, volvía a los campos y los cielos, a los ojos de los niños. Una pequeña rabieta, en una tranquila tarde, despertó a las mariposas aun dormidas bajo las hojas y las flores, de pronto empezaron a envolverlo con su polvo dorado y la suavidad de sus alas hacíendole cosquillas en la cara, el cuento había cambiado, al pasar página, sus ojos pequeños y chispeantes, no podían dominar la risa. Su risa tan deseada e incontrolable. La dulzura de la brisa y el arruyo de las mariposas, la tarde tan tibia y azul, dominaban la historia de esos ojos. La vida, que de pronto te da esos pequeños momentos, que llenan el mundo entero de pureza y de felicidad. Nunca hubo un cuento tan fresco y azul, tan dorado, del que salían miles de mariposas, para acariciar la sonrisa del un niño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario