martes, 13 de abril de 2010


Ojos que nunca paran de mirar inquietos y curiosos, que mientras se fijan en mis pupilas, el corazón o el alma está disparado soñando, quien sabe qué, las prisas por vivir, como si el tiempo se le quedará siempre corto, apenas terminas una conversación y tan sólo sientes el aire que su presencia deja, al escapar rápido, desenfrenado a otro asunto. Jamás lo pude sujetar, sólo pedirle al aire que no lo despertara de sus sueños y fuera sólo brisa que moviese sus cabellos rubios.

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